martes, 14 de junio de 2011

¿Y EL TRABAJO INFANTIL…?

DESDE HUACHO-PERÚ
¿Y EL TRABAJO INFANTIL…?
En nuestra ciudad casi ha pasado desapercibido el 12 de junio, “Día Mundial Contra el Trabajo Infantil”. A algunos no les interesa el asunto o no les conviene hablar de él. Poco o casi nada han hecho las entidades públicas (en especial las educativas) y menos lo van hacer las privadas, sobre el día y este tema, para llamar a la reflexión de la gente de adónde nos está llevando la sobrevivencia de un modelo que cada vez más se descalabra pero que con ello produce estragos, cuyas víctimas, en este caso, son nuestros niños. Quizás, porque ya nos hemos acostumbrado a convivir con, diríamos, este flagelo, que se ha hecho parte del ‘vivir’ de la familia peruana y por el cual poco o casi poco hacen nuestras autoridades ‘democráticamente’ elegidas en las que se incluyen nuestros padres de la patria.
O acaso no vemos a diario como niños, claro que no solo niños, recorren como “Los gallinazos sin plumas” de Julio Ramón Ribeyro, los restaurantes ofreciendo caramelos y otras golosinas; cómo en los ómnibus, en Lima, improvisan canciones y luego con la mirada triste y a la defensiva extienden la mano para algún ‘sencillo’ que les puede ‘caer’; cómo cargan bultos y ‘sacos’, lavan carros, lustran zapatos, lavan ropa,…; cuando no, cansados y producto de las ‘malas juntas’ personas adultas o malos familiares los ‘mandan’ a arrebatar (por no decir, robar, que a muchos les suena muy duro) celulares, carteras o cualquier objeto de valor. Esta clase de ‘trabajo’ se ha vuelto parte de ese ‘modelo de economía de subsistencia’: el comercio ambulatorio y venta callejera, que la mayoría de las veces los lleva a abandonar la escuela. Uno de los grandes problemas de una educación de calidad.
Pero no solo en estos casos se da la explotación, sino también ocurre en el ‘uso’ de los niños en el mercado ‘laboral infantil’ que un sistema tan inclemente como el nuestro los usa para el trabajo en el lavado de los minerales o en los socavones, en las faenas agrícolas, fabricación de adobes, y otras labores como en los botadores de basura, por ejemplo. Trabajan sin autorización y fuera de la ley. Lo hacen muchas veces porque son parte de la ayuda familiar, con el fin de obtener ingresos que contribuyan a su supervivencia o ingresos complementarios porque los padres se encuentran desempleados o subempleados.
Para consuelo de algunos, dirán, que no solo se da en los países del ‘tercer mundo’ o como quieren que nos llamemos, ‘subdesarrollados’. Es cierto, no solo se da este maltrato a los menores en países como el nuestro, sino, en los llamados del ‘primer mundo’. Se da por ejemplo, en la explotación de menores en la prostitución, diversión de los potentados y poderosos como el Primer Ministro de Italia, Silvio Berlusconi. Y en muchos países de los llamados en ‘vías de desarrollo’ se llega a otros casos extremos, como es el caso que los hay, donde los ’reclutan’ y los ‘arman’ para la guerra. Entonces no es cosa de países pobre y ricos, es la degradación moral y social que nos ha sumido la economía neoliberal a ultranza.
Resumiendo, diremos que según informes de la UNICEF alrededor de 246 millones de niños y niñas son sujeto de explotación infantil en el mundo y al menos tres cuartas partes, 184 millones, lo hacen en condiciones o situaciones de peligro. Esa es la realidad de la cual muchas veces no se quiere hablar.
Por último, volviendo a nuestra región, preguntaremos, será una respuesta a esta realidad las escuelas deportivas, los conciertos dominicales, las academias preuniversitarias municipales, etc. O lo será, incluyendo los anteriores, pero lo más importante, luchar una mejor redistribución de la riqueza de las cuales los pobres y más necesitados, sobre todo los niños, no estén al margen de una educación y salud de calidad, y mejores condiciones de vida para él y sus padres.