martes, 26 de abril de 2011

¿Y AHORA…?

DESDE HUACHO-PERÚ
Estas Elecciones Presidenciales, Congresales y Parlamento Andino han servido para ratificar una tendencia que se venía venir desde las elecciones anteriores. Que el pueblo quiere el cambio. Las Elecciones Regionales y Municipales ya nos estaban señalando esa dirección que en primera vuelta no fue muy perceptible y que se hizo más notoria en la segunda. Todo parte porque no se quería la continuación de un gobierno que había olvidado las obras de impacto que beneficiaran a las grandes mayorías y por las presunciones de corrupción que a pesar del alto costo de la campaña, el tema de la sede a su favor y que la mayoría de las provincias y de alta votación quedaran en el norte, no pudieron torcer su voluntad.
Una primera lección de la primera vuelta, si de estrategias políticas se hablara, es que los candidatos del norte no supieron concertar menos candidaturas; muchos candidatos que se disputaban los votos de las nueve provincias y muchos de ellos, inclusive del sur, habían puesto la mirada mucho más en los votos del Norte Chico motivados por la sede, lo que permitió que solo uno capitalizara esos votos sureños usando el ‘sambenito’ también de la sede pero para el sur. En la segunda vuelta, la sede ya no era el tema principal de la agenda electoral. Era hora de la lucha contra las presunciones de corrupción. Ahí están los resultados, Javier Alvarado, Presidente Regional. Si el pueblo se equivocó, el tiempo lo dirá.
Algo parecido ha ocurrido con las actuales elecciones presidenciables. Una primera vuelta con cinco candidatos con mayores opciones disputándose la Presidencia. El que la economía esté según ‘dicen’ en azul pero que no llega a los más pobres no ha sido suficiente como para renovarle la confianza al partido del gobierno en estas elecciones. Cuatro curules es su realidad. Pero junto a la economía ha jugado un papel importante la preocupación por el avance de la corrupción. Tantos son los escándalos que ya la población llegó al hastío. Y el tercer elemento que se sumó a los anteriores tiene que ver con la seguridad ciudadana. Estamos viviendo una inestabilidad en la que muchas veces es el pueblo el que toma la justicia por sus manos porque desconfía en quiénes la administran.
Pero cómo explicar la situación a la que hemos llegado en estas elecciones. Una lección de la primera vuelta, al igual que en las elecciones regionales y municipales, por estrategia política la derecha y la centro derecha no concertaron una, hasta dos candidaturas. Hoy se rasgan las vestiduras pero así estamos. Ahora la población se ha quedado en la segunda vuelta con dos candidaturas y con la disyuntiva a quién darle su voto. Uno de ellos garantiza la continuación del modelo económico e inclusive se ha comprometido a una mejor redistribución de la riqueza pero el problema es que con personajes del pasado no hay la garantía de no recaer en las presunciones de corrupción en el aparato del estado y el de vulnerar los derechos fundamentales del ser humano -Keiko ha hecho mea culpa de algunos actos que comprometen el respeto a los Derechos Humanos en el gobierno de su padre-. En el otro extremo tenemos a un candidato que de un Plan de Gobierno intervencionista gira al modelo brasileño, gobierno de centro izquierda, de respeto al modelo económico liberal pero con una mejor redistribución de la riqueza. El problema en él es la duda: que cumpla con el giro dado. Su antiguo aliado venezolano y su pasado también lo persiguen.
Ahora, en esta segunda vuelta, estemos, o no, de acuerdo con alguno de los dos candidatos presidenciales pero si la tendencia del cambio continúa es seguro que tendremos el Presidente que el pueblo quiere. Una interrogante, y ¿que significará en verdad el cambio para el pueblo? Lo representará Keiko o será Ollanta. Las urnas lo dirán el 5 de junio. Y si se equivoca, también el tiempo lo dirá.