miércoles, 7 de abril de 2010

DEMOCRACIA S.A.


DESDE HUACHO-PERÚ
Ahora que se acercan las elecciones del 3 de octubre es necesario hacer una reflexión de lo que representa la democracia en las actuales circunstancias y tiempo.
La democracia entendida en toda la extensión de la palabra significa organización de grupo de personas cuya característica predominante es que sus decisiones responden justamente a la voluntad colectiva de sus miembros, hecho que en la actualidad no se da. Significa que nuestra democracia no está funcionando como debe ser. Y no funciona porque justamente los líderes no están encarnando los deseos de la sociedad sino de grupos minoritarios, quiénes a su vez, son los más interesados en que los candidatos elegidos, sean de su entera confianza.
Pero de dónde nace eso ‘de que’ muchas veces los líderes no expresen la voluntad de los electores sino que ‘sean’ la expresión del mal menor, sobre todo de algunos grupos corporativos. Uno de los motivos es la no aplicación de la Ley de los Partidos Políticos Nº 28094, art 29, en cuanto a su financiación y la rendición de cuentas claras. Pero aún con ley cualquiera, en una democracia liberal se vulneran o rompen normas y leyes. Por ejemplo está normado en las leyes electorales y la constitución de los norteamericanos la igualdad de los derechos de las personas, sin embargo, ya sabemos que son dos partidos los que se alternan el gobierno y que son representantes de los grupos corporativos más emblemáticos, y, sabemos que es imposible que ‘alguien’ que represente al pueblo pueda acceder a él si antes no se ha acercado al perfil del líder de esos grupos.
Y una manera de no respetar esa igualada ante la ley es la participación de los lobbies en donde las democracias liberales en nombre del pueblo le ‘roban’ su representación. Por ejemplo según el Centro para la integridad Pública, organización ciudadana de Washington, varias compañías de seguros, hospitales, sindicatos, asociaciones empresariales y grupos de ciudadanos ‘invirtieron’ en hacer lobby unos 544 millones de dólares para oponerse o favorecer la reforma de la salud aprobada hace poco en el Congreso Norteamericano. De otra parte los periódicos han hecho conocer que algunos congresistas recibieron 28 millones de dólares sólo de las empresas vinculadas a la salud para la reciente campaña electoral. ¿Cuantos millones más se habrán invertido en hacer lobby en la política en esa campaña? ¿Habrá sido desinteresadamente?
En nuestra patria también la participación de los lobbies se han apoderado de la democracia. ¿O no son solventados la mayoría de partidos y movimientos políticos por algunas corporaciones o personas con solvencia económica? Con sus bemoles diríamos que se pudiera aceptar. Pero no en las condiciones como actualmente se da. Una expresión de su vigencia es la intervención del inefable Rómulo León Alegría en la vida política peruana. Y de las gollerías en su detención, la demora en su sentencia y muy posible absolución con el enrarecimiento de su juicio. Otro sonado caso es el de José Enrique Crousillat que por 619 mil dólares mensuales vendió la línea editorial de América TV y qué logró ser indultado por el uso del lobby ante los funcionarios del Poder Judicial, porque políticamente se sabía que podía jugar un papel importante en la opinión pública al recobrar la empresa periodística televisiva y ponerla al servicio del gobierno. Y así podemos hablar del lavado del dinero proveniente del narcotráfico, de la prostitución y del deporte en campañas electorales, o gozar cierta impunidad ante presuntos hechos delictivos , como es el caso de la apropiación de 300 mil dólares que debieron ir al Fondo Pro Deporte o del caso del Instituto “Alfonso Huapaya”, la escuela de entrenadores, con la supuesta participación de Manuel Burga, Presidente de la Federación de Fútbol, y qué es vox populi el silencio cómplice de algunos congresistas para que no lo investiguen.
Muchos otros casos de políticos relevantes que han traído muchos comentarios con la participación de los lobbies, son el de Alan García y el de Alberto Fujimori, uno, para que dejen pasar las investigaciones de los casos de su primer gobierno, el otro, para rebajarle las penas o la posibilidad del indulto. Y uno más actualizado es el de Nadine Heredia donde se dice se han encontrado evidencias que la empresa Venezolana de Valores, VENEVAL, ha enviado dinero desde Venezuela por servicios de asesoría entre enero del 2007 y febrero del 2009 para solventar la campaña de Ollanta Humala, sin embargo se pretender silenciar dicha investigación.
En el caso de nuestra región como algo ‘sui géneris’ han aparecido las ‘cenas’, que por el valor de las tarjetas llama a conjeturas (mil dólares). Una, a lobby, donde el empresariado participa en forma abierta con un óvolo -como para no despertar sospechas de los ‘otros aportes’-, para la campaña electoral. ¿Darán algunos empresarios sus ‘aportes’ sin recibir nada a cambio? Imposible. La otra, es cómo se dice vulgarmente, ‘lavar dinero’ presumiblemente, de no muy buena procedencia. Hay en las entidades públicas tantas dependencias que de algunas de ellas pueden salir ‘valiosos’ aportes de los proveedores, de miles de formas, y que en una campaña electoral no se sabría cómo justificar, pero sí lo pueden hacer, aduciendo su procedencia, con las ‘cenas’.
Entendida así la ‘Democracia’, ¿podremos tener buenos representantes del pueblo de estas dos campañas electorales, del 2010 y 2011?