jueves, 25 de junio de 2009

ANDAHUASI: ¿ADIÓS A LOS SUEÑOS?

DESDE HUACHO-PERÚ

ANDAHUASI: ¿ADIÓS A LOS SUEÑOS?
Escuchar y leer los problemas de Andahuasi me traen recuerdos de infancia y de la época de florecimiento de lo que después fue esta empresa azucarera. Se remonta a 1968. Antes de esa época era propiedad de Tomás Diez Luckie y eran pocas las familias que la habitaban pero muy conocidas: los Gestro, los Correa, los Díaz, los Espinoza, los Deza, la Timbata, los Nakandakari, los Leyva, los Cieza, los Carrillo, los Péndola, los Baldeos, etc. No se vislumbraba la presencia del inefable EDUARDO NÚÑEZ.
Lo primero que recuerdo son las quincenas (por ser día de paga) con la presencia de ‘mercachifles’ los sábado en la tarde. Se colocaban en las afueras del ‘mercado’ y ya por las tardes alumbraban sus productos y chucherías con lámparas a gas, actividad que era un pretexto para que los muchachos y jovencitas salieran a dar una vuelta y encontrarse para festejar cualquier ocurrencia. Como la luz eléctrica que nos acompañaba era tenue y de las 6 de la tarde a 9 de la noche, un poco ‘más tarde’ hacían su aparición algunas mujeres llegadas de Huacho de sonrisa y caricias ‘fáciles’ que ofrecían sus encantos a los más jóvenes de la hacienda pero también a los mayores a las orillas del río o en los cañaverales o entre arbustos, carricillos y árboles. Los más pequeños íbamos a ‘mironear’ y entre palomilladas y escondidos en las penumbras de la noche y entre risas y gritos o bien por fastidiar a los parroquianos aventábamos ramas o piedras pequeñas y embalábamos a la carrera de vuelta a casa o nos colocábamos en ‘mejor’ posición para observar las ‘figuras’ de hombres y mujeres en plenos actos amatorios.
La fechas ‘memorables’ eran el cine de los sábados y la misa de los domingos, así como los encuentros deportivos entre el “Sport” y el “Unión” Andahuasi y las fiestas de carnavales de tres días con su miércoles de ceniza y después la ‘fiesta del árbol’. Los jóvenes deportistas exhibiendo lo mejor de sí ante la presencia de las muchachas casaderas y después las fiestas amenizadas con los pick up, serpentinas, polvos y chisguetes.
La diversión del verano era el cequión ubicado en la parte de ‘arriba’ de la fábrica y el estadio y cuyas aguas llegan hasta Irrigación Santa Rosa, las troncales de las acequias grandes que alimentaban a los cañaverales que servían de ‘piscinas’ y el río con aguas estancadas que formaban espacios propicios para la ‘natación’.
Los trabajos los mayores lo realizaban en la administración, la fábrica, el taller y el campo de tierra fértil y abundante agua. Para nosotros los muchachos era emocionante la hora de la entrega de la ‘ración’ a los trabajadores, sobre todo los cortadores de caña, del campo; ellos iban con sus tazones de hojalata o platos de porcelana donde les daban mayormente un cucharon de frejoles y una de arroz y nosotros los ‘mocosos’ esperábamos hasta el final por el ‘concolón’ que era muy crocante producto del cocimiento del arroz con manteca y a leña.
No sé si porque no había ‘preocupación’ por la administración porque el ‘control era vertical’ y otros los dueños pero es a partir del año de 1968 que recién comienzan a dejarse sentir los problemas y enfrentamientos entre trabajadores y sus ‘dice’ representantes en la administración o el directorio, agudizándose después de julio de 1971 cuando se convirtió en Cooperativa Agraria de Producción (en manos de los 374 socios) y se hizo notorio en el año de 1996 cuando pasó a ser Sociedad Anónima hasta hoy que es muy posible que los últimos sobrevivientes de las primeras familias que alguna vez tuvieron la esperanza de ser ‘dueños’ de la ex Hacienda Andahuasi vean esfumados sus sueños por culpa del sistema pero también y en mayor parte por las pésimas gestiones y malos manejos administrativos. Así son las economías de libre mercado y del poder del dinero, insensibles a cualquier acto asociativo, incompetencia, desliz o debilidad humana.