sábado, 28 de junio de 2008

LOS AÑOS MARAVILLOSOS

LOS AÑOS MARAVILLOSOS
Las décadas de los 60 a los 80 (del siglo pasado), son épocas de desarrollo de la izquierda peruana. La efervescencia de la izquierda es producto de las revoluciones rusa y china, pero también, de la cubana. Son épocas de nombres como Lenín, Mao Zedong (Mao Tse tung) y Fidel Castro y la aparición del mito del legendario “Che” Guevara.
En el Perú alcanzó máximo desarrollo la izquierda con Izquierda Unida y con Alfonso Barrantes Lingán en la Alcaldía de Lima, el popular tío “Frejolito”. Una oportunidad perdida por la desidia de sus dirigentes, cada quien “poseedores de la verdad” y “herederos” de José Carlos Mariátegui.
Y hoy: ¿qué de hacer la revolución para la toma del poder, algunos por las urnas y otros, los más rabiosos, por intermedio del fusil?
¿Y qué de la vida de sus dirigentes?
Veamos pues. Los líderes universitarios de aquella época se han convertido en los profesores de ahora, que ingresaron, dizque para democratizar a la Universidad desde dentro, y mirémosle si lo han hecho y –más bien- han terminado coludidos con los que ayer combatían. Algunos otros, han terminado en las entidades privadas o públicas a las que repudiaban a rabiar.
¿Y los dirigentes del combativo magisterio? Miremos, algunos ingresaron a la universidad y por allí pululan mezclados con los dirigentes estudiantiles de antaño. ¿Los otros? Distribuidos por las entidades, como las Ugeles, Direcciones Regionales y Ministerio de Educación, antaño “organismos de penetración ideológica del imperialismo”. También los hay de los que están en la pasividad.
Y de los otros dirigentes. Algunos, hoy son “respetados” funcionarios o “doctores” con oficina propia, o medianos empresarios, o profesionales independientes trabajando dentro del sistema al que combatían en sus años mozos a más no poder.
También los hay de los que han formado sus Ongs, plata de los organismo y países a los que antes combatieron.
De esos -dirigentes-, hay de los más intrépidos, aquellos, que no le importaron ingresar a los partidos conservadores que antes combatían y llegaron a trabajar en “sus” gobiernos y llegados nomás al poder se olvidaron de: ¡ni un paso atrás!, incluso se hicieron llamar por otros nombres y renegaron de lo que antes fueron, y, ahora, cuando les conviene, se cambian nuevamente de grupo -como el camaleón-, dizque: ¡para servir de todo corazón al pueblo!
Hay un grupo, que ha formado sus trincheras de lucha en entidades para estatales a las que combatieron hasta su destrucción, pero como la gelatina, hoy, dicen, amoldarse, porque es necesario ingresar a las entrañas del enemigo, para, desde ahí combatirlas, y viven de ella, y son más eficientes todavía que cualquier institución de las más rancia estirpe capitalista.
¿Pero, hay más? Claro. Están los” eternos” dirigentes de los sindicatos u organismos populares que se niegan a dejar sus cargos por comodidad, por las “licencias sindicales”, cuyos dineros salen de las arcas de los organismos a los que dicen combatir.
¿Pero todos se han acomodado de acuerdo a sus intereses? ¡No! Hay de los que se han mantenido leales a sus principios pero que han sido desplazados por las dirigencias eternas; los hay, de los que están en la pasividad porque se han hastiado de la demagogia, u otros, permanecen en la lucha a pesar de ser minoría.
¿Cuál es la tarea del momento?, como se diría en los viejos tiempos –aunque no soy el más indicado para decirlo-: que los jóvenes asuman las responsabilidades dirigenciales, porque no todo está perdido. Hay una lucecita al final del túnel.

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