martes, 10 de febrero de 2015

MAESTRO Y AMIGO SIMÓN…

DESDE HUACHO-PERÚ

         Estimado Simón Olivera, como lamento mi ausencia  física en la Romería, Misa de Honras y Reunión de Camaradería que se llevará a cabo el día el 13 de febrero del 2015 en la ciudad de Huacho y en la cual se recuerda un año de tu sensible  partida de este mundo físico al que con mucho esfuerzo y dedicación quisimos y todavía pretendemos cambiar. 
         Tengo tu presencia en muchas de las jornadas de lucha que emprendimos con un grupo de maestros del SUTEP para hacer de este miserable mundo uno mejor para nuestros alumnos y hombres de nuestro querido Perú. No lleno de riquezas sino de justicia social. Te recuerdo siempre disciplinado sin olvidar tu labor de maestro como a un compañero inquieto por hacer de este nuestro Perú uno mejor, anhelo que es una tarea pendiente.
 Nunca en los campos de combate estuviste primero pero tampoco rezagado, no porque no lo pudieras hacer sino por humildad que muchas veces se confunde con el anonimato en la multitud. No evadías las responsabilidades en los duros combates que emprendió el magisterio en gloriosas horas de lucha por sus reivindicaciones. Siempre laborioso,  reflexivo. Cuantos informes de cómo andaba la base a la que pertenecías, a las del distrito que te tocaba recorrer. Y todo sin licencia sindical. Como no recordar tu participación en las ollas comunes, en las marchas de sacrificio, en la labor diaria en las calles enfrentando a la policía, a las bombas lacrimógenas, a los varazos o la oscura celda que hace de los compañeros la  universidad de la vida:  su maestría y doctorado .  Como no recordar el estoicismo de muchos días de ausencia en las aulas, de soportar los descuentos por las huelgas, el murmullo de los amarillos que nunca faltaban y su cobardía e insensibilidad para reclamar sus derechos. Bueno pues, eran nuestros compañeros de trabajo y por  ellos también luchábamos. Gloriosas horas de lucha y combate sin desmayo.
         Cuanta labor desarrollaste sin buscar el aplauso fácil, la figuración, solo por la complacencia de la labor cumplida por los compañeros maestros y el pueblo. Así eras y fuiste hasta el final de tus días. Cuantas veces te vimos caminar  y desaparecer sin prisa pero sin pausa. No eras de los luchadores que causaran muchos aspavientos. Hasta para la muerte fuiste así. Y eso no te interesaba, lo que interesaba era la labor cumplida en los campos del saber y la lucha. Ahí en la fragua, ahí te forjaste y tu ejemplo de humildad  no se puede olvidar. Ejemplo para muchos sobre todo para las actuales generaciones de maestros.
         Simón…,  Simón…, siempre tan discreto y enterarnos lo buen Padre de Familia que también fuiste. Tu hija debe sentirse orgullosa de saber lo grande que eras en medio de tanta mediocridad. Que tu legado perdure y siempre la acompañe.
“Cambiar el mundo,
amigo Sancho, que
no es locura ni utopía…

¡Sino justicia!”